lunes, septiembre 26, 2005

Ni se k son los Reality


Publicado el Domingo 25 de septiembre de 2005 por Leonardo Sanhueza, para las ultimas noticias... www.lun.cl


Todo un símbolo para los oídos chilenos, este prócer de los micrófonos habla de viajes, de música y de política. Además, se pronuncia sobre la crisis de Radio Beethoven -de la cual es voz inconfundible- y revela inéditos detalles del día en que en Chile se prohibió la sal.

La llegada de la primavera le ha dado mucho que hacer a Patricio Bañados: el polen lo ha condenado al catarro y a la congestión. Su voz, sin embargo, es la misma que anuncia de manera inconfundible los conciertos en Radio Beethoven o que hace poco presentó una por una las tropas que desfilaron en la parada militar: esa voz transparente que todos los chilenos llevamos un poco grabada en el inconsciente y que habla aproximadamente como se escribe, sin que por ello resbale hacia el engolamiento o la cursilería.Reacio a las entrevistas y avaro con los fotógrafos, este prócer de los micrófonos se muestra hosco y risueño a la vez, con un sentido del humor que estalla o se apaga por donde menos uno se lo espera.

"¿Es cierto que usted se considera un lobo estepario?", se le pregunta, inocentemente, ante lo cual él responde con una sonora risotada. "Eso lo dije ya no me acuerdo a raíz de qué. Me parece que fue en el contexto de que yo, en realidad, no sigo la actualidad chilena. A veces me preguntan por programas de televisión y yo no los he visto nunca. Por ejemplo, los reality shows. No los he visto nunca, ni siquiera sé de qué se tratan", confiesa.-

¿No sabe de qué se tratan?-Tengo entendido que es una gente que se pone en una parte, y que van eliminando a algunos. No entiendo muy bien. Y no me interesa. Tampoco sigo la minucia nacional. Uno tiene que estar informado de lo que pasa en el mundo, pero estar informado de que un ministro le dijo Gordi a la señorita... Eso son leseras. Hay un centralismo desatado, que está perjudicando tanto a la capital como al resto de las regiones. Hay una desigualdad en la distribución del ingreso que es la segunda más grande del mundo. Hace poco salió en el diario que los parlamentarios han acordado igualar sus rentas entre diez y once millones de pesos al mes y, al día siguiente, sale una noticia de que están discutiendo si el salario mínimo debe ser ciento veinte mil pesos. Ésas son cosas inaceptables en una sociedad, que aquí pasan como nada. De esas cosas sí me preocupo, pero el resto, que el ministro, que esto, que lo otro... ¡Por favor! Prefiero ver una película.-O escuchar música: mal que mal usted trabaja en Radio Beethoven.

¿Qué relación tiene usted con la música?-A mí me gusta la música como me gustan muchas otras cosas. Me gusta la vida, en general. Me gustan la buena comida, las mujeres, el deporte, los paisajes, el teatro. Me gusta leer, viajar. Y también me gusta la música. Para mí, la música es un placer muy grande, es tan indescriptible.

¿Por qué un cierto tipo de ritmo provoca exaltación y otro provoca sentimiento de nostalgia?

¿Por qué? Además, la música es memoria, y la capacidad que tiene uno de recordar la nota anterior es lo que le da valor a la que sigue. Uno dice: ta-ta-ta-tán. Ese último tán, si no fuera porque uno recuerda los tres anteriores, no tendría ningún significado: sólo tán. Entonces es un misterio. Y a mí me gusta porque me gusta no más.-La crisis de Radio Beethoven ha causado una lluvia de cartas a los diarios exigiendo apoyo para esa emisora.

¿Por qué habría que apoyarla?-Sería bastante difícil demostrar, de la manera matemática en que se demuestran las cosas ahora, la necesidad de que exista una radio con música selecta en el dial de cualquier país. Una sociedad debería tender a un progreso horizontal, en que todas las cosas vayan creciendo al mismo tiempo. Se ha puesto de moda decir, a propósito de la televisión, que la televisión le da a la gente lo que la gente quiere, porque en las encuestas aparece eso. Pero si la gente no tiene alternativa,
¿cómo va a saber si le gusta otra cosa que jamás se le muestra?

-¿No será que ése es el curso natural de las cosas en televisión?

¿Por qué la televisión tendría que ser diferente?-Creo que la televisión chilena se farreó un gran período, que fue desde que salió hasta el año ochenta, más o menos. El poder formativo de la televisión, a través de los modelos que presenta, es indudable, es evidente, es incuestionable, es más fuerte que lo que se tenga en el hogar o lo que se le dé en la escuela a una persona. La educación, en su verdadero sentido, es aprender a convivir, para vivir mejor todos, no es saber la fecha de nacimiento de Shakespeare: eso vendrá por añadidura. La televisión pudo haber cumplido un gran papel en ese sentido. Por supuesto, debe haber programas de distracción, de variedades, si no se trata de transformar este país en un claustro. Está muy bien que en la televisión se vean niñas ligeras de ropa, ¡si son muy lindas las mujeres ligeras de ropa!, pero eso mismo podría estar impregnado de un sentido de propósito; no de la pachotada y la chabacanería y la dispersión, sino de una conciencia de si sómos o no somos un país.-Usted ha viajado por el mundo entero.

¿Qué piensa de los viajes ahora?-Llega una edad en que uno quiere comodidad. De cabro, conocí el sur de Chile con una mochila al hombro y comiendo día por medio, pero a medida que pasa el tiempo uno ya no quiere pasar frío o hambre ni acarrear demasiados bultos. Cuando uno tiene poca edad y ha tenido pocas experiencias, cada experiencia es muy marcadora, porque es de las pocas que ha tenido. A medida que se van sumando, naturalmente van perdiendo valor. Cuando es una sola, es "la" experiencia. Cuando son dos, son dos. Y cuando son diez, y cuando son cien, la verdad es que uno las va reteniendo menos en la memoria, porque le causan menos impresión. Así ocurre con los viajes.

-¿Qué hay de cierto en que los viajes aumentan la cultura?-Para mí, la cultura es la adaptación inteligente del hombre al medio en que le ha tocado vivir. Desde ese punto de vista, viajar y conocer otras realidades podría considerarse que aumenta la cultura, en el sentido de que permite una mayor comprensión de la realidad planetaria. Eso es indudable, pero sólo entre la gente que tiene esa receptividad. Hay gente que viaja y lo único que hace es criticar. Yo he estado con gente que está en los cultivados campos de Francia y dice: "¡Chitas, aquí no hay zarzamora!". Esa gente podrá ir a Marte y no va a sacar nada.-Los viajes están relacionados con la tolerancia, entonces.-Sí, con la capacidad de abrirse, de estar dispuesto a recibir y aceptar nuevas ideas y nuevas personas. Hay gente que se cierra muy rápido en la vida. "Esto es lo correcto y ésta es la verdad", dice. Y ahí nace y muere con el mismo concepto. En cambio, hay otro tipo de gente que es todo lo contrario, que muy temprano se abre.

-¿Ha visto fútbol últimamente?-El fútbol ya no me gusta, me aburre, no me interesa.-¿Por qué?-Por una parte, el fútbol ya no es lo que era cuando yo era cabro y, por otra parte, uno evoluciona, se preocupa de otras cosas. Si juega la Selección chilena, veo el partido, eso sí. Y, de repente, si juega el Real Madrid con el Barcelona, no lo veo en especial, pero, si me lo topo, lo veo.-Usted fue el rostro de la campaña del No para el plebiscito.

¿Qué puede decir de estos años que han pasado? Se lo pregunto porque hace poco Patricio Aylwin dijo que en su gobierno la transición había terminado, lo mismo que ha dicho del suyo Ricardo Lagos.-El término de la transición no lo va a decretar nadie. Es un proceso después de la tragedia que vivió este país y nadie puede decir: "Señores, hasta aquí llegó". Hoy viene en los diarios la muerte de Simon Wiesenthal, y se le elogia porque durante cincuenta años persiguió a los nazis, a los criminales culpables de atrocidades en la guerra, pero aquí se considera el colmo que se persiga a los criminales de hace mucho menos de cincuenta años. Aquí hubo una dictadura durante diecisiete años y durante los diecisiete años pasaron cosas atroces. Incluso después de que llegó la pseudodemocracia, aunque según el señor Aylwin ya había terminado la transición, hubo asesinatos: el coronel Huber, por ejemplo, o el químico Berríos.

-¿Está decepcionado?-Para mí no fue una sorpresa, porque desde el primer momento la Concertación les volvió la espalda a los periodistas que habían luchado por la vuelta a la democracia. Los miró con sospecha, salvo a quienes eran militantes de partidos políticos, que luego se incorporaron a ministerios como asesores de imagen o cosas similares. Pero los periodistas independientes fueron mirados con molestia. Se había conquistado un espacio con gran costo para muchas personas, entre las cuales me cuento, pues yo estuve siete años sin poder trabajar en televisión, y después la mirada a esa gente no fue la mirada acogedora que uno hubiese esperado. Al contrario, se acogió a los que no estuvieran "manchados", porque era una mancha haber luchado por la democracia. Haberse quedado callado cuando sucedían crímenes horribles, eso era respetable y sigue siéndolo: eso es un profesional cabal, íntegro, imparcial, o sea imparcial frente a la tortura, el secuestro y el asesinato: ¡fantástico!-Entiendo que usted está escribiendo sus memorias.

¿De qué van?-Una editorial me lo pidió. Lo que he hecho hasta el momento es un recuento más o menos anecdótico. Inevitablemente es opinante, pero yo no soy un escritor, no tengo talento para eso, así que sólo relato unas cosas no más. Y hablo de televisión. Cuento hechos que pasaron y que nunca se han sabido, aunque creo que a nadie le interesa mucho, como por ejemplo cuando en Televisión Nacional se prohibió la sal.

-¿La sal? ¿Se prohibió la sal?-Había programas con recetas de cocina. Y la manera de una receta de cocina es "usted echa dos cucharadas de arroz, una taza de agua, aceite, sal a gusto, pimienta". Y, como no se podía decir "sal, Agusto", ¡suprimieron la sal! ¡Ja, ja, ja!


Para Patricio Bañados, que la televisión chilena tenga graves falencias no quiere decir que el país no tenga grandes virtudes, aunque nuestras vergüenzas muchas veces sugieran lo contrario. Por supuesto, dice, las cosas buenas que ocurren en el país pasillo, como nunca son tan buenas, se olvidan o sencillamente no se toman en cuenta.-Este país tiene cosas bastante notables -señala-. Conozco Chile desde el lago Chungará hasta la Antártica, conozco Tierra del Fuego, Aysén, Isla de Pascua, Chile entero. Y, adonde vayas, hay una escuelita. Y cada vez escuelitas mejor construidas. ¡Notable! ¡Notable! Y allí hay un maestro que está con los chiquillos. Y en la mayor parte se les da desayuno y almuerzo a los niños. No se les dará un bistec a lo pobre, pero algo se les proporciona. O ahí tienes el sistema de salud, que es un problema en el mundo entero, y en Chile está organizado. Se han bajado los márgenes de mortalidad infantil. En fin: este país tiene cosas muy notables. Es una lástima que no alcance eso a la televisión.-Al parecer, a usted le duele bastante el estado actual de la televisión.-Yo soy fundador de la televisión en Chile. Fui el primer animador que hubo. Transmití el primer mensaje presidencial televisado del 21 de mayo en el Congreso Nacional, el primer partido de fútbol, la primera parada militar, la primera transmisión de exteriores. Entonces me siento muy íntimamente ligado a la televisión. Y, por eso, lo que siempre lamento es que mi profesión, la que yo vi nacer y ayudé a nacer y con la que he estado integrado mi vida entera, no haya adoptado nunca la responsabilidad que yo le atribuyo. No, no la tuvo.

BYE

1 comments:

Anonymous Anónimo said...

yo opino que me deben 20$,y quiero que me los den que para eso me los he currado no creen señores

17:57  

Publicar un comentario

<< Home